Entrevista a Derrick May


Empezaré preguntándole por aquella cuestión que ningún periodista le ha formulado aún y que a usted le hubiera gustado que le hubieran preguntado alguna vez.


Esa es una muy buena pregunta. Si, señor. Esa es muy buena pregunta…. A mi hubiera gustado… Si, a mi me hubiera gustado que me preguntaran por la importancia de la familia en mi carrera. Que me hubieran preguntado por mi relación con mi madre y como afecta ésta a mi carrera. Y es que aunque no lo parezca, los Djs tenemos madre, como todo hijo de vecino. Y la relación que tenemos con ella es muy importante. "¿Cómo se siente tu familia respecto a tu trabajo?". Esa es la pregunta que nadie me ha hecho nunca. "¿Cúal es el impacto que causa lo que haces en tu propia familia?", esa es otra buena pregunta. Normalmente se nos cuestiona por el impacto que buscas con tu música en un público más o menos concreto. Pero, esa misma música, ¿cómo afecta a los que están cerca de ti? Llevo más de veinte años en esto y durante todo ese tiempo mi relación con mi madre ha sido bastante escasa. A veces me ha ocurrido aquello tan horrible que nos pasa a los hijos cuando llamamos a nuestras madres y estas nos dicen aquello de: “cuanto tiempo desde la última vez querido…”. Y entonces tu te excusas con el típico: “Pero, si te llame hace tres días...”. Y ella replica con un: “No, la última vez que hablamos fue hace casi un mes”. A los Djs este desfase temporal nos sucede bastante a menudo. Después de tantos años cruzando el charco de aquí para allá y al revés, te das cuenta de que tu tiempo pasa diferente al de tu madre.

La eterna figura del Dj solitario esperando en aeropuertos.

A veces me encuentro en Facebook con imágenes que cuelga la gente de fiestas en las que yo he estado pinchando y pienso que aquello sucedió hace un año y medio o algo así. Después veo la fecha de publicación y han pasado cuatro o más años. En el periodo de tiempo que va de la fiesta en cuestión hasta el día de hoy seguramente han pasado muchas caras por delante de mi nariz. Muchas fiestas. Muchos aviones. Todas esas experiencias dinamitan tu sentido del tiempo.

En aquel documental de Sarah Vos sobre la figura de Dave Clarke se hacía mucho hincapié en la espera como actividad principal en el trabajo diario del Dj: esperar para tomar un avión, para empezar a pinchar…

Si, por eso es también es muy importante la gestión del tiempo. Sin ir más lejos la elección del horario de un vuelo es vital. Esas cuatro o cinco horas de diferencia entre un vuelo y otro significan cuatro o cinco horas en las que dejo de estar con mi hija de seis años. Cuatro o cinco horas en las que es probable que me pierda la salida del cole de mi hija. Cuatro o cinco horas son muchas horas en la relación de un padre Dj con su familia. Otra cosa de la que te das cuenta con la edad es que la labor del Dj está llena de tiempo perdido.

Otra realidad de la que no se habla demasiado en los medios es la de esos primeros Djs que han llegado a la vejez (o casi).

Cumpliré los cincuenta en tres años. No-me-lo-puedo-creer. Llega un momento en la vida de un Dj en el que tienes dos caminos: a) seguir tomando nota de tu público y por esa misma razón seguir luchando por abrir nuevas vías de sonido, o b) aburguesarte sin tener en cuenta el contexto para acabar aburriendo a tu audiencia que no es tonta y sabe cual es el camino que has tomado (bueno, los jóvenes no saben discernir esta última opción pero aún así también se aburren). En mi caso todo esto se complica un poco más porque como te he dicho antes, soy un Dj de 47 años. Y no hay demasiados Djs en el mundo que tengan 47 años. ¿Qué es lo que deben hacer los Djs de 47 años? Pues no lo sé porque nadie hasta ahora había llegado a esta edad. Piensa que cuando pincho en una sala debo conectar con la gente de 20, la tuya, la de 40 que también se acerca a verme porque también vivieron mis primeros años en la escena. ¿Cómo se consigue algo así? Puede haber 20 personas a lo sumo en el mundo que sepan hacer bailar a una audiencia formada por un público de edad tan diversa.

Entonces llegamos al punto anterior: la audiencia normalmente no conoce las condiciones personales con las que se presenta delante del público y que a la postre son tan importantes para el buen funcionamiento del espectáculo.

Te contaré la anécdota de la cantante de soul Patti LaBelle en plena actuación en algún lugar en las montañas de Suiza. La cantante estaba resfriada aquel día y alguien de la organización le lleva un abrigo y una silla para que descanse y se proteja del frío. El público empieza a increparla. Una mujer que lleva cuarenta años encima de un escenario a sus casi setenta años es increpada por un público que aprovecha la ocasión para burlarse de ella. Esa mujer está en este negocio desde hace 40 años. Hay mucha gente que no entiende lo que pincha actualmente Frankie Knuckles. Dicen que ha quedado desfasado. Pero si es que ha perdido una pierna y del dolor de todo aquello ha abandonado cualquier conexión con el mundo físico… Deberíamos ser más benevolentes con los problemas propios de la edad de un artista.

No quiero parecer demasiado duro pero entonces le podrían rebatir eso mismo diciendo: “una retirada a tiempo les hubiera evitado todos esos problemas”.

Hay artistas que morirán sobre el escenario porque no saben hacer otra cosa. Han entregado su alma al demonio del show bussines. Por eso he intentado mantener siempre dos o tres hobbies al margen de mi dedicación profesional. Ahora mismo llevo por delante mi propia empresa discográfica, sigo con la fotografía que sin lugar a dudas es mi principal hobby, estoy haciendo de galerista en mi propia oficina de Transmat… Siempre estoy ocupado en algo. Pero eso de dejar de viajar para ir a pinchar… Dejar de estar en Barcelona a las seis de la tarde de un mes de diciembre tomando un vino con mi buen amigo Andrés, compartiendo barra en el hall de un hotel con un periodista que insinúa que estoy algo mayor para seguir en mi profesión… No, eso definitivamente no tiene precio. ¿Qué sería de mí sin mis bolos en la otra parte del mundo? No lo sé, seguramente pasearía cómodamente a dos ruedas por alguna de esas carreteras interminables del medio oeste americano deseando que me pase algún policía por al lado para sentir un leve escalofrío por mi cuerpo que me haga sentir vivo. Es mi sangre, no tengo opción.

La sangre manda.

Y la cabeza. Mi lucha es mantener al mundo limpio de mala música. Todo el mundo necesita una razón para levantarse todos los días. Y la mía es: “Derrick, levántate que en alguna ciudad del mundo te están esperando para que les libres de toda esa música horrible que suena en el mundo”. Y me levanto como un resorte. Si pinchara única y exclusivamente por dinero es muy probable que hoy mismo no estuviera aquí.

Bueno, opciones le quedan varias. Por ejemplo cuenta con una carta escondida desde hace ya algún tiempo: la publicación de un nuevo disco después de tantos años sin novedad editorial que llevarse a los oídos.
Si, el otro día mi asistente y yo descubrimos unos diez o doce temas nunca antes publicados. Los hemos pasado a digital. ¿De puta madre, no?. Si, he encontrado nueva música. Muy bonita.

Gracias por la exclusiva. Sacar nueva música le pone en contacto con el presente.

Todos los días estoy construyendo mi pasado. Mi pasado va más allá del primer tema que saqué a la venta. Mi pasado va más allá de mi nacimiento. Todos los días construimos nuestro propio pasado y pobre del que no lo entienda así.

A mucha gente le ocurre cuando ve su nombre en tipo de letra grande en los carteles promocionales… rápidamente le remite al pasado musical esplendoroso de una ciudad como Detroit.

Si, lo sé. Sobretodo a los ortodoxos del techno. Sé donde se esconden. Mira, se apoyan tal que así en una de las columnas de la pista de baile mientras esperan a ver cuanto tiempo tardo en empezar a pinchar los clásicos del techno. Este es otro problema que acarreo conmigo en según que locales del planeta. Pero bueno, este de los talibanes es un problema que considero menor. No voy a pinchar discos dependiendo de la situación en la que me encuentre en un club determinado. No voy a pinchar clásicos de Detroit durante toda la noche porque haya cinco personas en la sala que se quedaron ancladas en 1989. No, no lo voy a hacer. Eso también lo puedes apuntar para que la gente se entere. Sobre todo esos cinco que están allí apoyados en aquella columna. Los fieles seguidores del techno ortodoxo me recuerdan a los fans del hardcore de mi país. Digamos que son igual de delicados.

Llegados a este punto de confidencialidad le preguntaré por algo que también ha podido afectar a su carrera y a la imagen que pudiera tener de usted parte de la escena de techno global. Y es que mucha gente dice que usted tiene una exacerbado interés por las damas. ¿No sé si le preocupa esta idea generalizada o por el contrario le parece bien que la gente sepa ya de antemano de qué pie calza?

Si, me gustan las mujeres. Tengo ese problema, ¿qué se le va a hacer…? Pero ojo porque una cosa es que te gusten las mujeres y otra muy diferente es que no las respetes. Yo he respetado a todas y cada una de las mujeres que han entrado en mi vida. Entonces, apunta que lo sepa todo el mundo. Si, me gustan las mujeres. Pero tranquilos, ya no soy el que era. Les recuerdo que tengo 47 años.